🪓 Cómo cuidar tus cuchillos parrilleros para que duren toda la vida (y conserven su alma)

“Un cuchillo no es solo una herramienta. Es una extensión del brazo del asador. De su historia, de su fuego, de sus rituales.”


🔥 Con alma

En cada asado hay silencios que cortan, miradas que aprueban, y un filo que lo dice todo.

El cuchillo parrillero no se compra: se elige. Y una vez que lo tenés, lo cuidás como se cuida un amigo. Porque no importa si es de acero inoxidable o carbono, de mango de madera o asta: si lo descuidás, te abandona. Se desafila, se mancha, se oxida. Pierde vida.

Pero si lo cuidás… corta como el primer día, y cada corte cuenta una historia.

En este post te voy a compartir cómo mantenerlo como nuevo, pero con alma de viejo guerrero. Para que siga al lado tuyo en cada fuego encendido.


🧼 1. Limpialo como se merece, no como cualquiera

Después de usarlo, nada de dejarlo tirado en la tabla o en la pileta. Lo agarrás, lo enjuagás con agua tibia, un poco de detergente suave y lo secás en el momento.

El cuchillo es como un buen caballo: no lo dejás transpirado después de la batalla.


🚫 2. El lavavajillas es su enemigo

¿Querés que envejezca antes de tiempo? Mandalo al lavavajillas. Pero si lo querés conservar, lavalo siempre a mano.

El calor, la humedad y los detergentes abrasivos lo arruinan. Y no importa si dice “apto lavavajillas”, no lo es para un cuchillo de verdad.


💨 3. Secalo al instante (y con cariño)

Una gota de agua olvidada puede convertirse en una mancha que no sale nunca más. Secá siempre con un trapo limpio y suave. Que no se oxide, que no envejezca solo.


🪒 4. Mantenelo afilado, pero no con lo primero que encuentres

Un cuchillo sin filo es solo una hoja de metal. Afilalo regularmente, pero con herramienta adecuada:

  • Chaira si querés mantener el filo.
  • Piedra si necesitás recuperarlo.
  • Afilador profesional si ya se te fue de las manos.

Un cuchillo bien afilado no corta más: corta mejor.


📦 5. Guardalo donde no pelee con otros

No lo tires en el cajón con el resto. Dale su lugar. Una funda de cuero, una manta de cuchillos o un taco de madera.

El respeto empieza por cómo lo tratás cuando no lo usás.


🛢️ 6. Un secreto de los viejos parrilleros: el aceite

Si tu cuchillo es de acero al carbono (de esos que se oxidan al mirarlos), un poquito de aceite vegetal o mineral después de cada limpieza lo protege como una armadura invisible.

Pasás una gota con un paño seco, lo acariciás y listo. Nada más.


Un cuchillo parrillero no es para cualquiera. Es para el que entiende que detrás del fuego hay historia. Que cada corte no solo separa carne: marca un momento.

Cuidalo, y vas a tener un compañero de por vida.

Y si todavía no tenés uno que valga la pena cuidar… en Filo y Brasas estamos preparando algo que te va a cambiar el fuego para siempre.

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